Devuélveme el miocardio

Se me cayó el corazón la última vez que fui a tu casa.
 
Seguro que fue al sacar el móvil, o las llaves. O cuando me puse a gesticular como una loca al darme cuenta de las incoherencias que me estabas intentando explicar.
 
Y bueno, aunque siempre me enseñaron que el cerebro es el órgano más importante del cuerpo, no te creas que por esa razón voy a menospreciar y olvidar mi corazón.
No te lo tomes a mal, pero no confío en tu buen trato hacia los organismos vivos, que todavía me acuerdo de cuando se te murió la tortuga. Sólo espero que no estés utilizando mi precioso músculo para calzar una mesa.
 
A pesar de no tenerlo te aseguro que me duele, el síndrome del miembro fantasma no me deja dormir. Deseo con todas mis fuerzas que vuelva a regenerarse por arte de magia, aunque quizás no debería comparar un corazón con una cola de lagarto. 
 
Lamento escribirte todo esto, supongo que el no tener un músculo encargado de bombear la sangre por mi sistema circulatorio influye en el funcionamiento de mi cerebro. Pero lo único que te digo es que a partir de mañana empiezo una dieta, pero no una dieta para adelgazar, sino una de esas que favorecen el funcionamiento del corazón. 
 
A partir de mañana me hincho a nueces, a brócoli, a fresas y a chocolate negro. A partir de mañana empiezo a beberme una copita de vino tinto diaria.
 
Así que si no te decides a devolverme lo que es mío, a partir de mañana TÚ lo vas a flipar.
Me va a latir tan fuerte que no vas a poder dormir del ruido. Se te moverá el suelo. Se te caerán las paredes. Mis latidos desestabilizarán los cimientos de tu casa, o peor, los de tu alma.
 
Así que por favor no me hagas utilizar métodos poco ortodoxos, como la ingesta desmedida de omega 3, para conseguir lo que quiero.
 
Ese miocardio es mío, devuélvemelo
 
A ver si me va a dar una insuficiencia o algo

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