La noche que me perdí en el desierto


Hace unos meses me fui de viaje al Sáhara con mi hermana y un grupo de canarios y como en todos mis viajes...  me pasó algo surrealista.

Porque el mundo no está contento si a mí no me pasa algo, y porque el guionista de mi vida es un tío que cuando se pone a escribir se emociona mucho, un tío creativo, un tío simpático... y un hijo de la gran puta también.
 
Todo ocurrió el día que hicimos noche en el desierto. Te pongo rápido en situación:
Una jaima alumbrada con unas cuantas velas y la inmensidad del desierto en total oscuridad. Ni siquiera había luna. Era lo más chill out del universo. El paraíso de cualquier persona que sea amante de las estrellas y que además tenga un escaso sentido común que le permita acostarse despreocupadamente en la arena sin pensar en toda la vida que existe bajo ese suelo tan confortable.

Admito que yo me olvidé rápido de la existencia de bichos raros con quinientas patas y venenos letales, pero es que te aseguro que el cielo era tan impresionante que no costaba nada ignorar que habían más seres vivos no humanos rondando por la zona.

Adjunto foto para que me comprendas:
Sin embargo, volví a recordar la presencia de estos indeseables animalitos cuando una araña albina de 10 metros (bueno, quizá un poco menos) se paseó sobre el saco de dormir de una de las del grupo.
 
A lo que iba, resulta que a las dos de la mañana ya estaba todo el mundo durmiendo, excepto mi hermana, un chico al que llamaré señor X para guardar su anonimato y yo. Y a mí la cabeza me gritaba dos cosas:

1.¡¡¡COMO COÑO ESTA GENTE SE PUEDE DORMIR SI ESTAMOS EN EL SÁHARA VIENDO 350 ESTRELLAS FUGACES POR MINUTO!!!

2. ¡¡¡COMO COÑO ESTA GENTE SE PUEDE DORMIR SI CABE LA POSIBILIDAD DE QUE MURAMOS ESTA NOCHE POR UNA PICADURA DE SERPIENTE DE DOS CABEZAS CON COLMILLOS HUECOS Y VENENO NEUROTÓXICO!!! YO NO PIENSO DORMIR HASTA QUE NO CIERREN ESTA JAIMA, QUE A MI NADIE ME DIJO QUE ESTO NO TENÍA PUERTA
¡¡¡SI LO SÉ NO VENGO!!!
O SÍ VENGO, PERO VENGO ASUSTADA YA DESDE CASA.
 
 Así que a los tres, como no teníamos nada que hacer, nos pareció buena idea ir a dar un paseo por el desierto sin mucho abrigo, A LAS DOS DE LA MAÑANA, con la luz de un móvil con poca batería y con una linterna que no era nuestra y que, por consiguiente, no sabíamos si las pilas que llevaba eran nuevas, si llevaba las mismas desde hace seis meses, o si llevaba unas de marca LKJHFGDÑLIGJDG compradas en el chino a 0,5 centimos el paquete de 100 unidades y 5 más de regalo. Pero sin duda, la mejor idea de todas fue salir sin avisar a nadie de que nos íbamos. 

Y paseamos. Y pensamos que paseábamos en línea recta. Y nos lo pasamos bien. Y yo me puse a correr en la oscuridad porque me pareció divertido. Y mi hermana y el señor X se rieron de mí. Y a mí no me dolió porque tengo una autoestima muy sólida. Y la batería del móvil se murió. Y quisimos volver. Y entonces fue cuando nos dimos cuenta de que no nos hacía falta una serpiente que nos inyectara una sustancia neurológicamente destructiva para volvernos gilipollas, ya lo éramos desde que se nos ocurrió salir a pasear solos. Tal vez incluso desde mucho antes.

Y dimos vueltas. Muchas. Y nos encontramos en mitad del desierto con una estructura cuadrada de cemento que no pegaba para nada con el paisaje y pensamos "ui, ¿esto qué es?" y seguimos dando vueltas. Y pasamos frío. Y yo di muchas ideas:

-Vamos por aquí (y caminábamos media hora)
-O mejor por aquí (y caminábamos otra media hora)
-Ahora en serio, vamos por aquí (y caminábamos todavía más).

Y después de varias horas de intentos fallidos acabé por ser la única a la que mis ideas le parecían  buenas ideas. 
(En mi defensa diré que confiar en uno mismo es algo muy bueno.)

Y me empezó a dar hambre y eso era un problema grave, porque cuando a mí me da hambre TENGO QUE COMER. No es que no tenga ninguna reserva para mantenerme con vida, pero mi cerebro es capaz de pararme el corazón con tal de no quemar la grasa acumulada en mis cartucheras. Y nos paramos a descansar. Y hablamos de que al día siguiente saldríamos en las noticias y que todo el mundo pensaría que, efectivamente, éramos gilipollas. 

Y entonces salió la luna y nos iluminó la vida. Y el señor X dijo "vamos por aquí" y fuimos por donde él dijo. Y el señor X tenía razón, era por allí. Y entonces yo me sentí un poquito culpable porque habíamos dado tantas vueltas por culpa de mis super ideas. Y también me cagué en el señor X por que ya podría haber dado su idea un poco antes. Y cuando empezamos a acercarnos (todavía sin ver nada) un perro que había en el campamento empezó a ladrar y nos guió en nuestra última etapa del camino.

Llegamos al campamento A LAS CINCO DE LA MAÑANA.

Y nos acostamos a dormir. Y nos despertamos unas horas después alegres por seguir vivos y a salvo. Y salimos de la jaima. Y lo primero que vimos fue LA PUTA ESTRUCTURA DE CEMENTO QUE NOS HABÍAMOS ENCONTRADO AL PRINCIPIO DE LA NOCHE. Y nuestro guía nos explicó que estaba ahí para servir de referencia y que así nadie se perdiera. 

PUES YA PODRÍAS HABERLO EXPLICADO ANTES MECAGOENLAMADREQUETEPARIÓ.

Es evidente que una vivencia como esta me ha hecho crecer como persona y me ha enseñado algo muy importante en la vida. Gracias a ella aprendí que en momentos de vida o muerte tengo muchas ideas,
y también aprendí que esas ideas SON MALAS.



Admito que no tengo sentido de la orientación, 
pero es que no se puede tener todo, baby

3 comentarios:

  1. Bueno, una experiencia más en tu vida para que cuentes a tus nietas de que cuando uno llega a un lugar siempre hay que tomar puntos de referencia (LA PUTA ESTRUCTURA DE CEMENTO), para no perderse.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Quizás sólo sucede que necesitabas perderte para poder domir con la araña gigante y neurotóxica rondando ;)
    Precioso escenario

    ResponderEliminar
  3. De verdad que me encanta la forma en la que te expresas y las cosas que te pasan. A la mierda Bridget Jones, tu vida (al menos lo que escribes) es mucho más interesante.

    ResponderEliminar

Vistas de página en total