Terror en la peluquería

Una vez un varón me recomendó una peluquería... ya no me quiero ni acordar.
 
Yo quería unas californianas, y no me refiero a dos increíbles chicas rubias de pecho generoso nacidas en los Ángeles. Esas mejor que se queden en California que luego vienen a quitarnos a los hombres. Yo lo que quería eran unas MECHAS californianas.
 
Dime por favor que tú que me lees sabes de sobra lo que son unas mechas californianas. DÍMELO. Bueno, pues yo, por si quedaba alguna duda, le enseñé una foto a la peluquera.
 
Y aparentemente ella me entendió.
Aparentemente
APARENTEMENTE
Pero las apariencias engañan.
 
Pero yo, como ya le había enseñado de forma GRÁFICA lo que significaban MECHAS CALIFORNIANAS pues me senté en la silla tranquilamente.
 
-¡Tu pelo es precioso!-me dijo. Supongo que se lo dice a todas pero me da lo mismo porque a mí me gusta que me lo digan.
-Gracias, por eso cuando me hago mechas siempre las hago de medios a puntas.
(Como puedes comprobar tengo un vocabulario bastante amplio en temas capilares)
 
El problema empezó cuando yo vi que ella me estaba colocando el decolorante muy arriba.
-¡No me vayas a dejar rubia!- Y sonreí. Pero ella me dijo que no me preocupara. Y a mí me valió su respuesta.
 
Pero a medida que pasaba el tiempo yo vi que la mujer se estaba poniendo nerviosa. Casi se le veían las gotas de sudor intentando ponerme el tinte y la platina. 
 
De repente llama a su jefe. Su jefe me ve el pelo. Los dos empiezan a susurrar y a poner caras. Y yo, que vivo en el mundo de yupi, quise creer que estaban hablando de ofertas en los champús y acondicionadores de Schwarzkopf.
 
Pero entonces en mi mente escuché un aviso, UNA ALARMA, UNA SIRENA QUE SACUDIÓ EL FLUIDO DE LOS CANALES SEMICIRCULARES DE MI OÍDO y pensé que quizás cuando no escuchas hablar a una persona que está justo detrás de ti es porque ella NO QUIERE QUE LA ESCUCHES.
 
Total, no me voy a extender más.
 
 Entré a la peluquería siendo yo y salí convertida en una versión MUY desmejorada de Khaleesi.
 
Y sé muy bien que los que me conocen pensarán que nunca me vieron rubia, y es algo completamente normal ya que a partir de ese día me gasté el sueldo comprando baños de color de mi pelo natural en centro Belle.
 
Nunca te dejes aconsejar por un hombre 
o por lo menos, 
por ninguno al que el pelo le mida dos centímetros y medio.
 

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