Me casaré contigo en cuanto me lo pidas

Que sí que me caso, y además me caso contigo. 

Hasta que te conocí, mi cerebro confundía la palabra "amor" con "gastroenteritis". Me he pasado un largo tiempo de mi existencia comparando el sentimiento más bello del universo, con un malestar de abdomen causado por una inflamación de la membrana interna del intestino. Así soy yo.

Y oye, te aseguro que hasta que apareciste, mi vida tenía aforo limitado, entradas a precios desorbitados y una función de bajo presupuesto bastante mediocre.
Y encima yo no dejaba entrar a cualquiera. 

Pero llegaste tú, con una luz que te sale no sé de dónde, que no sé si tendrá algo que ver con la radioactividad corrosiva, cancerígena y tóxica que nos rodea, pero a mí me alumbra las mañanas. Y con eso ya me vale. Soy mujer de poca exigencia. 

No tengo dudas, no te preguntaré el número de pechos exuberantes que has tocado hasta ahora, o el número de nalgadas que has dado a traseros exentos de celulitis. Tu pasado me importa poco si me prometes amor eterno. 

Ya sé que en la actualidad casarse está de más, que no es necesario hacerlo para demostrar algo. No quiero que pienses que el hecho de desearlo disminuye mi inteligencia, ni que lo hago para presumir de fotos monas, simplemente me apetece. Anoche me apetecía helado de bizcocho de Moya con plátano y chocolate y hoy me apetece casarme contigo. Las cosas de la vida. Soy una tía cambiante. 

Nos casaremos donde tú quieras. En las Vegas o en Teror. Donde tú quieras! 
 Por que tú también quieres ¿no? 

Que sí, que ya sé que nos conocemos poco, que no tenemos un aniversario de nada ni una canción especial, pero si a ti te vale con el 17 de agosto y con "Imagine" de John Lenon pues nos quitamos el problema de encima. 

Si esto te viene de sorpresa y necesitas tiempo para reflexionar, no te preocupes. Poco me importa si tengo que esperar 5 años o 15, pero quiero casarme contigo. 

Ala, ya lo sabes.

Y después de esta pedida de mano telepática, creo que llegó la hora de marcharme a casa. El camarero me está mirando mal desde que me terminé el café. Quizás hasta me acerque a él y le diga que la calidad precio de su local no es la adecuada y que, según su cara de perro, puedo imaginar que le hace falta una noche de sexo salvaje. O mejor no le digo nada, no me apetece que este hombre le eche un escupitajo a mi pedido cuando vuelva mañana. 
Porque yo mañana vuelvo. 
Vaya que si vuelvo. 

No pasará otro día más sin que yo me entere de tu nombre. 

(PD: Espero que seas hetero)

5 comentarios:

Vistas de página en total