Madre primeriza: la vuelta al trabajo.



Mi hija salió de mi útero, pero en ocasiones he llegado a pensar que nació directamente del Basque Culinary Center. 

Hay un momento crucial en la vida de una madre: la incorporación al trabajo.
Te pongo en antecedente: cinco meses de lactancia materna exclusiva, y una hija que sufre aberración total por las tetinas.

Recuerdo cuando la gente me decía: Si le das el biberón no va a querer la tetaJAJAJAJA, ui que me atraganto.

El tiempo se me acababa, así que no tenía más remedio que intentar otra vez que aceptara el biberón, pero cuando ella me veía aparecer con él en la mano, daba igual que fuera el biberón más parecido al pezón materno del mercado, respetuoso con su anatomía bucal y hecho de materiales sostenibles y orgánicos:

(He aquí la conversación que hubiéramos tenido si la musculatura orofacial de la Churumbela se lo hubiera permitido)

-Me niego a tomar ese líquido sabor mierda seca.
-Es mi leche, cariño.
- Me niego a tomar tu leche de esa teta de plástico sabor mierda seca.

Después de muchos intentos (MUCHOS), tuvimos que aceptar que debíamos entrenarla para que se bebiera la leche con cuchara. 

Gracias universo por ponerme retos que no me dejen alcanzar la paz mental.

Como a mi hija no le gustaba mi leche descongelada (también me salió remilgada para eso) me decidí a comprar una leche de fórmula a ver si el cielo me iluminaba. Mi idea fue empezar a mojarle una cuchara en la leche artificial, para que ella fuese aceptando el sabor.

-Sabe a mierda frita
-No te he traído yo al mundo para que la palabra que más repitas sea mierda.
-Pues sabe a sobaco ahumado, a souflé de pis, a esféricos de peo, dame la tuya mami, que está más rica.

Desesperados, comprábamos diferentes tipos de leche pero...

-La sensación que me inunda el paladar es asquerosa. Coge tus cuchillos y vete.
-LA MADRE QUE TE PARIÓ

-Pero déjame las tetas aquí

Lo de haber parido a una crítica gastronómica no me estaba gustando ni un pelo, casi prefería que se hubiera decantado por hacer una sesión con Bizarrap.

Pero a mi hija había cosas que sí le gustaban:
Chupar los dedos de mami
Chupar la ropa de mami
Chupar los zapatos de mami
Todo aquello con cero nutrientes y diez mil bacterias era bienvenido en su cavidad oral.

La pediatra me aconsejó: Échale cereales a la leche, le gustará. Para todos aquellos que estén out del mundo de la maternidad les explico que ya no se aconseja dar NADA que no sea leche antes de los 6 meses, ni siquiera los cereales. Pero vista mi situación, yo le habría dado un bocadillo de pata de cerdo asada si hubiese sido necesario. Así que le di los cereales.

Y comió.
Con cuchara, pero comió.
Y a mí me invadió una felicidad indescriptible. Iba a poder incorporarme al trabajo TRANQUILA, sabiendo que la niña no iba a morir de inanición en mi ausencia.

Y fui feliz durante dos semanas. Las dos semanas que estuvimos entrenándola antes de mi vuelta al mercado laboral. Hasta que un día, tras darle de comer, le salió un sarpullido alrededor de la boca. Probamos una vez más y volvió a pasar.

Veredicto del pediatra: Posible alergia, no se la des más hasta hacerle las pruebas.
Solución: Leche hidrolizada (Esa sí que sabe a mierda seca DE VERDAD.)
Consecuencia: Tuve que pedirme un mes de excedencia para darle tiempo a que se acostumbrara al sabor (sabe a pescado podrido, y esto ya no es broma).

Spoilers:
Mi hija ya tiene 16 meses y afortunadamente no es alérgica.
Come como un rinoceronte.
Cuando cena, suelo pensar que tiene nutrientes suficientes como para aguantar tres días, pero se sigue despertando para pedir teta.
Se come el jamón ibérico como si hubiera nacido en una familia de millonarios a cargo de una granja de cerdos belloteros.
Como me descuide, dentro de unos meses me pide maridaje.

Que Dios nos coja confesaos.


Churumbela, eres la mejor.



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