El beso que nunca te di, se jubila



El beso que nunca te di, un día decidió ir a buscarte.
Hace tanto tiempo de esto, que yo ni siquiera recordaba que un beso mío andaba pululando por ahí.

Pero hoy, cuando me lo crucé de frente, lo reconocí enseguida.

Se me mezcló su cara de enfado con varios flashbacks de momentos contigo, algunos reales y otros ficticios, ya que el 90% del tiempo que pasé a tu lado te imaginaba conmigo de luna de miel en las Maldivas, bebiendo tequila en México, o teniendo hijos en Noruega, y nosotros, lo máximo que habíamos hecho era ir a tomarnos un café.

El beso que nunca te di me miró irritado.
Me dijo que estaba cansado de perseguirte.
Que se había tragado todos tus viajes de soltero.
Luego tus viajes en pareja.
Luego otra vez tus viajes de soltero.
Tus conversaciones de mierda con tu amigo el misógino.
Y luego tus viajes de pareja AGAIN.
Y que a pesar de aguantar todo eso, él seguía ahí, mirándote mientras ponía morritos,
y que a ver quién le iba a pagar ahora el lifting de su labio superior.

Me dijo que lo que él deseaba en realidad era beber mojitos y manchar la pajita de pintalabios rojo, y no esperar por ti.
Que deseaba besar clavículas y cuellos,
ser un beso de película,
un beso eterno,
o quizás uno robado,
pero no un beso que nunca se dio.

Me aseguró que no le importaba que no le pagase la pensión,
y aunque se enfadó un poco cuando le dije que tampoco le pagaría el ácido hialurónico para las arrugas derivadas de las situación vivida, me confirmó que se iría igualmente.

Le he concedido ya la jubilación.

Pero antes de irse me dijo que, no darte ese beso, fue lo mejor que hizo nunca. Y que si cuando te abandonó no te hizo un corte de manga, era porque no tenía brazo.
Así que me hizo prometerle que si te veía por la calle, te lo haría yo.

Yo te aviso desde ya, para que no te pille de sorpresa.


Y con esto, me despido:

¡¡Un beso!!

O mejor, ATENTAMENTE:

Mi dedo corazón. 










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