Ya no eres el mismo
Ya no eres el mismo que conocí hace algunos años.
Cambiaste poco a poco, paso a paso, tan progresivamente que casi ni me percaté de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, esta mañana te he mirado a los ojos y me he dado cuenta de que tú ya no eres el chico del que yo me enamoré.
No te lo tomes como un reproche, no es eso lo que pretendo.
Puedes negarlo todas las veces que quieras, pero en el fondo hasta tú sabes que es cierto.
Cambiaste, pero no de una forma visible. Tus ojos siguen siendo del mismo color, continúas odiando la zanahoria y todavía tienes en la cabeza la idea de aprender inglés (Y ya te puedes ir poniendo las pilas, my darling).
No me preguntes exactamente dónde veo el cambio por que no sería capaz de decirlo, pero no eres el mismo.
Me acuerdo muy bien de cómo eras antes, de cuando paseábamos por la avenida de la playa aunque hiciese un viento de la hostia o de cuando nos comíamos aquellos bocadillos de tres euros que comprábamos en aquel puesto de higiene dudosa. Ahora tú prefieres pasear cuando las condiciones climatológicas acompañan y sólo comes en sitios que cumplan con la normativa de sanidad.
Recuerdo que cuando nos estábamos conociendo y tú me hablabas, yo me quedaba mirando tu barba como si fuera gilipollas estuviera hipnotizada, y ahora te la afeitas todos los días. También recuerdo muy bien el día que me dijiste que me querías y en el que me prometiste que nunca ibas a cambiar.
Pero lo hiciste.
Cambiaste, y gracias por haberlo hecho. No podría concebir mi vida al lado de alguien que se mantuviese siempre constante en absolutamente todos sus ideales. Que no fuese capaz de contaminarse de las buenas influencias. Que no se permitiese el lujo de evolucionar. No sería capaz de compartir mi tiempo con alguien que siempre me mirase de la misma forma, que siempre me llevase a los mismos sitios, que siempre me dijese las mismas palabras de amor.
Por que si a día de hoy tú siguieses siendo la misma persona de la que me enamoré en aquellos tiempos, ten claro que ya te hubiese mandado a freír espárragos. Y aunque a veces añoro a aquel chico inocente de la camisa de rombos, te aseguro que hoy estoy completamente orgullosa y enamorada de la persona en la que te has convertido.
Cambiaste, y mucho. No sé en qué y no sé cuándo lo hiciste, si fue consciente o inconscientemente, ni siquiera sé si tienes pensado seguir haciéndolo, pero por mí puedes renovarte y transformarte todo lo que quieras... siempre y cuando tu risa me siga sonando tan sincera y divertida como el primer día.
...Siempre y cuando no vuelvas a sacar del armario tu antigua y horripilante camisa de rombos.
Últimamente estamos de un romántico... jiji!!
ResponderEliminarEs bueno que él cambie, porque tú también lo habrás hecho, aunque no te hayas dado cuenta. Ese es el problema de una pareja: cuando uno no cambia, porque el otro, seguramente, a la par que la vida, irá cambiando... y puede llegar un día en el que lo que te gustaba antes ya no, y necesites algo que no ha llegado aún.
Cambiar en la misma dirección también es complicado... pero el cambio es necesario.
Besitos!
Me has hecho sonreír, gracias por ello. Y todita la razón, la vida nos va cambiando la clave está en que no lo haga en direcciones diferentes.
ResponderEliminarUn saludo
CLARO QUE YA NO SOY EL MISMO, SOLO LOS MUEBLES NO CAMBIAN SOLO ENVEJECEN
ResponderEliminarVaya, me ha gustado mucho este texto. Y como dicen arriba, a mí también me has hecho sonreír. Un saludo :)
ResponderEliminarEso de cambiar o no cambiar... creo que la clave es evolucionar en paralelo, si esto no ocurre, la pareja se destruye. ¿Cómo evitarlo? Manteniendo una buena comunicación.
ResponderEliminarRealmente es difícil mantenerse fiel a lo que se es; cambiamos cada año, cada semana, cada día... incluso es complicado ser siempre uno mismo las 24 horas del día. Lo importante es la esencia, el valor intrínseco que posee la otra persona y del cual nos enamoramos y seguimos enamorados.
Vaya, este comentario me quedó muy de consultorio sexual. :)